Cuando me regalaron mi primer reader —un kindle de cuarta generación— allá por el 2011, mi primera reacción fue bastante negativa. Acepté el regalo, no sin quejarme: no era lo mismo. Leer en papel era mejor: el olor de las páginas, la sensación de acabar un libro y colocarlo en una estantería, de tener pequeños trofeos que guardan grandes mundos en casa… No tardé en darme cuenta de que, sí, no era lo mismo. Pero nunca en el peor de los sentidos.
El libro digital llegó pisando fuerte. Cuando salieron los primeros modelos de readers, se podían leer artículos que hablaban de la muerte del libro en papel, sustituido por una pantalla de tinta electrónica. Mucha gente lo rechazó, como yo: ¡cómo va a desaparecer el libro en papel! Casi veinte años más tarde, vemos que ese no ha sido el resultado: de hecho, los lectores y lectoras en España siguen prefiriendo el libro en papel. En el informe de hábitos de lectura y compra de libros en España del 2024 [enlace], vemos que, de todos los lectores de libros, el 31,7% de estos lee en soporte digital. Así que no, el libro digital no existe ni existió nunca para sustituir al libro de papel: estos se complementan.
El libro digital y el libro de papel se complementan
Los y las profesionales que nos dedicamos al mundo de la edición, la literatura y los libros, velamos por estos, pues somos plenamente conscientes de lo importantes que son para nuestra sociedad. Por eso siempre me ha parecido contraproducente esta guerra de formatos (y aquí añado el audiolibro, del cual hablaré en otro momento). Que haya diferentes maneras de acceder a la lectura no se debería de entender como una competición: se trata de dar posibilidad de elección a los lectores y lectoras. De democratizar la lectura.
Debemos defender la democratización de los libros y la lectura
Así, esto no va de gustos. No va de preferencias superficiales. Va de adaptaciones, características y va de accesibilidad. Un libro digital, ya de por sí, es más accesible que un libro en papel. El reader es más cómodo de llevar, tiene la capacidad de ajustar la letra —su tamaño, fuente, estilo—, algunos dispositivos cuentan con luz interna y tienen una pantalla adaptable a cualquier tipo de luz, sea natural o artificial. Algunos readers tienen diccionarios integrados y se puede navegar mucho más fácil por ellos. Y, además, todos los dispositivos de lectura de tinta electrónica, por su funcionamiento, tienen una batería muy larga y son muy longevos —sin ir muy lejos, el mío tiene ya 13 años y sigue funcionando a la perfección—. Hasta ahora, un inconveniente que tenían los dispositivos de tinta electrónica, era que solamente se podían reproducir los libros en una gama de grises, pero actualmente ya han salido los primeros modelos a color [enlace]. Además, el libro digital permite otros soportes: móviles, tabletas y ordenadores, haciendo mucho más cómodo su uso. Sobre todo en la vida frenética que llevamos hoy en día.
El libro en papel recoge toda la historia de libro y la lectura en sí mismo: desde los primeros tiempos de oralidad, la creación de la imprenta, hasta hoy en día. El libro digital lleva dentro esa misma historia, pues nunca se creó para que el libro en papel dejara de existir: son dos caras de una misma moneda. El libro digital existe para que todo el mundo pueda acceder a la literatura.
El libro digital se creó para que muchísimas más personas pudieran acceder a la literatura


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